Pero faltaba una sorpresa. ¡Hacían su irrupción "Los Tréboles", gran show de 'Carnaval Carioca', dirigido por Fernando con su acordeón!
'Mamá eu quero', Cachaza', '¡Ey, vocé ahí, ¿Me da un Dinheiro a Mim?', provocaban la euforia de los danzantes, que se arrojaban con naïf e inusitada agresividad, abundante papel picado y serpentinas, soplando pitos y spantasuegras.
El 'encargado' del salón despotricaba: "-Y ahora, ¿quién barre esa mugre, eh?"
A las tres de la madrugada ese mismo gruñón empezaba a hacer guiños con las luces para anunciar que se terminaba la fiesta... salvo que le dieran una propina tarifada a tanto la media hora, para permitir que el festejo se prolongara un rato más.
Igual, poco a poco, el jásene iba languideciendo. Alguna madre advertía a su núbil hija: "-Tené cuidado con ese. Te aprieta demasiado. Tiene cara de colado goy".
Los reventados padres empezaban a cargar a sus respectivos destruídos infantes dormidos, que tenían aún la cara coloradota marcada por la esterilla de su improvisada cuna thonet.
La madrina instaba, dispendiosa: -¡"Nem a pékale far di kinder, llevá un paquetito para los chicos, de tanta comida que sobró! Meitre, ¡todo el resto me lo carga en mi coche!
En el pasillo de salida, en larga fila, esperaban su propina todos los mozos, las sarvern, el Portero, el Encargado, la Señora del Baño, la Señora del Guardarropas, y varios más.
Pero, al salir a la calle, los invitados se topaban con alguien insoslayable que nunca se daba por vencido. Era un inolvidable personaje de quien creo que nadie sabía el nombre ni de dónde venía.
De edad inescrutable, unípede con muleta, gorra, barba hirsuta, anteojos culo de botella, pucho apagado y húmedo pegado en el gruesísimo labio inferior. Reclamaba estentóreamente en ídish que le correspondía una generosa retribución,
porque él, él solito, había montado guardia toda la noche para custodiar la fiesta, la vereda, los autos, la puerta, y que no se colara nadie...
-nadie más que aquellos que lo sobornaron-. Dios está en todas partes al mismo tiempo. El rengo, también.
Así eran los casamientos "de antes". Los de ahora, ¿son muy diferentes?
De aquellos sólo quedó, en el fondo de algún placard, el álbum de fotos en blanco y negro, sujetadas con esquineros dorados sobre cartulina gris, protegidas con papel araña transparente. Sueltas, están las fotos de la luna de miel, posando entre los lobos marinos de la Bristol.
Hay una etapa intermedia: los videocassettes VHS, que sólo son vistos por las bobes, ya viudas, vestales de la saga familiar. Ellas aún conservan las viejas videocasseteras. Algunas, inclusive funcionan. (Las casseteras, no las bobes). En melancólicos domingos solitarios pasan los videos de cada casamiento, cada bris, cada veraneo en Miramar, Necochea o Piriápolis. Y lagrimean bajito por lo que fue...
De los casamientos actuales quedan 1200 fotos color 25x30, los DVD del civil, la ceremonia, la fiesta y la luna de miel en Tailandia, Tonga y Shmonga. Se los ve montados en elefantes con cara de pánico, (los novios y el elefante).
Me pregunto: ¿también irán a parar, finalmente, al fondo de algún placard, esperando que los desempolven los nietos? ¿Habrá todavía aparatos para pasarlos?
Ya ocurre ahora con los Winco.
Los VHS y los DVD, seguramente, serán antigüedades carísimas en San Telmo.
Y bueno, basta la salud, af simjes y... ¡Good Show!
Leo, tus relatos son fidedignos doy fe. Yo de chico fui victima de muchos jasenes. Dormi sobre sillas de esterilla. Vi a las bobes con los zapatos torcidos para adentro bailando un sher y a los zeides con el cuello de la camisa y la corbata desarreglados. El mas memorable fue el de mis primos Mario y Dity en Tucuman..en febrero de 1950. Hacian unos 38 grados afuera (de noche!) y mas o menos lo mismo en el salon del hotel local. El Maestro Valenti dirigia su petit orquesta klezmer con el arco de su violin. El resto de los musicoa eran, digamos, locales. Hacia tanto calor que tuvieron que servir el helado antes de comenzar la cena por que se derretia. Te felicito Leo, que lindo lo que estas escribiendo! Fernando Gelbard, ex cliente de la Cooperativa Belgrano.
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