viernes, 20 de noviembre de 2009
The Klezmer Singer, en camino...(2)
Los arreglos eran aceptables. Las voces del trío, afinadas. ¿El repertorio? Todos clásicos de seguro impacto en los corazones de los oyentes. ¿Oyentes? Pocos: la familia y algunos amigos (no todos). Por eso, al par de meses de debutar en vivo en la radio -gratis, claro- , ("-¡Van a ver cómo los llaman para cantar en fiestas, muchachos!", les auguró 'Miqui' Steulerman, el 'alma máter' creador-propietario-director de la Ídishe Shu "Vida") se reunieron otra vez en el 'Comercial', -único lugar donde les fiaban- y resolvieron que, si nadie los había contratado hasta ese momento, no valía la pena insistir.
Saliendo de su depre y del Lexotanil, el que saltó eufórico esta vez fue Mordje:
-¡Ya está! ¡Tengo una idea genial! ¡Tenemos que hacer lo que está de última moda! ¿Vieron a esos shmendrikes nuevos del...¿cómo se llama? ¡El Club del Clan! ¡Ritmos modernos, alegres! Cumbias, congas, sucu-sucus, baiones, guarachas, chachachás. ¡Matamos, muchachos, matamos! Pero, si no me tienen fe... ¡sonamos!
Le tuvieron fe. Pero claro, como siempre, apareció una dificultad. Tenían tan metida en el alma la música klezmer que decidieron cantar "A Ídishe Mame" como baión, "Iánkale" en ritmo de sucu-sucu, "Beltz" en chachachá, y cometer descaradamente varios delitos musicales más.
Cuando escucharon este nuevo y desesperado intento, los echaron espantados de la radio ídishe por las airadas protestas de los pocos y por eso aún más estimados oyentes. Pero ¡oh milagro!, Ben Brehner, alias "Premolar Ardiente", un veterano y sagaz promotor que los oyó por pura casualidad, haciendo zapping radial, les propuso intentar una gira por los Barrios Porteños, que en esa época Alberto Castillo, al cantar, decía exageradamente que eran Cien.
Los shvartze púndikes que iban a bailar a los Clubes Sociales y Sportivos los oían atónitos, y no entendían ni un zotto. Pero lo que hacían los Klezmer Singer era para ellos, por lo menos, novedoso. De ganar apenas para un capuchino con una ensaimada pasaron a gozar del éxito. Modesto, pero fulminante.Era de no creer.
Hasta las barras bravas en las canchas de fútbol, masticando los pegajosos caramelos arrancamuelas que vendía el flaquísimo, mítico y universal "Chuengaááá...", hacían la ola coreando "Main Ídishe Mame" al ritmo de carnavalito del bombo del Tula.
Eso sí: con la letra cambiada, irreproducible, descalificadora a más no poder, dedicada gentilmente a la madre, la 'no-ídishe mame', del réferí y, ¿por qué no?, a la hinchada contraria.
Delirio, era un delirio. Giras, radio, televisión (aún en blanco y negro), bailes (aún no se hacían megarecitales en las canchas de fútbol), grabaciones en Radio León, autógrafos, reportajes, historias cholulas apócrifas en Radiolandia y Antena. (Aún no existían Caras y Gente)
Hasta los llamó desesperado Don Jaime Yankelevich, pero se dieron el lujo de no darle bola.
Los 'klaltiers', los dirigentes de la colectividad, se mordían los codos por no haberse percatado a tiempo qué joyas en bruto eran esos imberbes klezmer. Resentidos, echaron a rodar rumores descalificantes. Que bastardeaban las sagradas melodías ancestrales. Que les ponían ritmos goy. Que eran una vergüenza para la cole. Que no eran judíos genuinos. Que habían borocoteado miserablemente los Templos por La Enramada. Etc., etc., etc. Pero a Mordje, Leibl y Reuben les importaba un pito (con bris). Seguían imperturbables su camino a la gloria total.
(Continuará)
leovigoda@gmail.com
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