Uno de los primeros éxitos fue la "Cantata Guefilte Fish". La iluminación del escenario se teñía de un penumbroso color borravino, evocador del tradicional 'ídisher peisaj condiment', el jrein' de remolacha.
Otro muy festejado fue el "Coro-Ario al Tales", magna obra que ya desde el título era una contradicción musical: el arreglo de voces tenía fuertes reminiscencias de un singular orfeón sinagogal teutón.
El auditorio tampoco retaceaba aplausos al oír el "Freilej del Ácido In Mugn", sólo superado por la festiva tijera "Tzures de Mámele".
Su máximo esfuerzo creativo fue consagratorio: el 'gato' criollo -en ídish- "Ij Vel Dir Explikirn" ('El Aclarado').
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Sorprendente: lo que había comenzado como un divertimento se convirtió en redituable profesión. Todo iba bien, in crescendo, pero...
La originalidad trajo el éxito, y el éxito -¿cuándo no?- los primeros roces.
Inicialmente, las desavenencias eran discutidas acaloradamente en privado entre los cinco integrantes de Les KlezmerS . Hasta que la falta de acuerdo, al borde del rompimiento, los llevó a consultar el web site del famosísimo Rab Jud Kovsky (los íntimos le decían "Jerry DerGoy").
Les habían dado excelentes referencias de él. Principalmente, que era de alto pinet, y de un gran olfato para detectar el meollo de un problema.
Luego de un intercambio de mails (en ídish, claro), llegaron a un acuerdo.
Y lo trajeron especialmente del "
New Esoteric Cool Temple" de la Collins Avenue, Miami. El Gran Rab portaba varios valores agregados, que lo habilitaban para sus arduos menesteres. Sumaba a su sabiduría un título "Summa Cum Laude" de abogado, recibido en el INTI. Era experto en hipocondría, tarot y curanderismo alo y homeo patético. Como en su juventud, despuntaba el vicio poniendo lavativas e inyecciones intramusculares y subcutáneas. (A las endovenosas no se les animaba, por su persistente hemofobia). Poseía vasta experiencia internacional en mediación entre contrincantes empecinados. Por ejemplo, cuñados socios al 50% cada uno en un local de saldos y retazos de paño lenci en el Once. Lo habían heredado del maquiavélico finado padre de uno, que venía a ser el suegro del otro. Terminaban más peleados aún, pero los unía un lamento borincano: lloraban abrazados, por los altos honorarios oblados por la frustrante '
mediación' de Kovsky.
'Jerry' acostumbraba bambolearse hacia adelante y hacia atrás, con los penetrantes ojos muy abiertos. Cual trucho psicoterapeuta de Villa Freud, ponía oreja atentamente a las cuitas de cada uno. Mientras, acariciaba su frondosa barba blanca y fumaba su cachimba. Entre la humareda -y carraspeos nicotínicos-, tras largas meditaciones bajo su aludo sombrero negro, los llevó varias gélidas mañanas a correr empeñosamente por Palermo y el Rosedal. Luego de un reconfortante baño tibio en la ritual "
mikváh", mientras desayunaban 'kasher' en 'Dandy', les daba sus sabihondas conclusiones a los expectantes y extenuados músicos.
Antes que nada: era necesario que volvieran al redil judaico, Rab dixit. Esto quería decir, a la devoción religiosa, con uso de kipá y colocación cotidiana de tefilim digitales. En síntesis, que fueran judíos genuinos.
Gracias a la prosperidad, algunos ya habían encontrado pareja, pese a la cerrada oposición de los padres. (Eran klezmer, y en esos tiempos ser músico equivalía a noctambulidad, vicio, transgresión, y quién sabe cuántos pecados más. Ahora también...). Según el Rab, las esposas debían observar cuidadosamente el kasher hogareño, lucir largas polleras y cubrir sus cabezas con pelucas de kanekalón. Les KlezmerS aceptaron hacer, seis días a la semana, un grupito rodante de terapia y esparcimiento de dos horas y media, corriendo con los tefilim en la frente y el brazo izquierdo, el MP3 en el brazo derecho y las orejas -escuchando reggae de Matisyahu- para dirimir los entuertos y recelos que nunca faltan entre cinco socios, y más aún si son de la cole...
Santo remedio. Tras un retiro espiritual de nueve semanas y media en un raro Spa ortotóxico de Moses Ville, volvieron con renovados ímpetus. Incluso aprovecharon ese tiempo para dejarse crecer la barba y los '
peies', esos largos mechones enrulados de patillas.
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Regresaron a los escenarios. Regresaron a los éxitos. Pero no olvidan los sabios consejos del Rab. Al final de cuentas, meditando y mediando, mediando y meditando, él había sido el artífice de su ahora provechosa y cordial convivencia .
Así siguen hasta hoy. Teatros repletos, cada vez más grandes. Reconocimientos nacionales y ecuménicos. CD's y DVD's; biografías autorizadas (y de las otras); sitio en la Web, blogs de los fans, múltiples presencias en Youtube, Facebook y Twitter. Merchandising con logo (tazas, kipás, llaveros, kaláshnikovs, burakos, skates, remeras, etc.). Tours mundiales cual pop stars, simposios sobre su influencia en floggers, emos y la cultura vernácula.
Los que aún tienen qué peinar, peinan canas. Su entusiasmo juvenil persiste, más maduro y reposado, obvio. El secreto reside en su enfoque cuasi místico del humor y la música. Más aún si esa música es, ni más ni menos, que klezmer.
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"Les KlezmerS" ya perduraron varias décadas. Y nada los detiene...
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