
"Si no hubiera sido por Nonino, hoy estaría tocando el arpa en lugar del bandoneón", diría años más tarde Astor en un reportaje, refiriéndose a la tragedia de Medellín
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El eximio baterista Enrique "Zurdo" Roizner hizo un invalorable aporte en mi propia grabación del CD "Canciones en Ídish que Cantaba mi Padre". Recién ahora me confesó que en un solo 'ad libitum' que tenía marcado, entre 'Freilejer Sher' y 'Pliasken Tanz' (Las Palmadas), no hizo más que repetir de memoria los solos que le escribía Piazzolla para varios de los temas que grabó con el "Octeto", el mismo que tocó en el Teatro Colón y que recorrió triunfalmente el mundo. No olvidemos que también estuvieron en algún momento, en esos memorables Octeto y Quinteto, Pablo Ziegler en piano y Szimza Bajour en violín. Orquesta ecuménica, sin dudas...
.De regreso a Buenos Aires, Piazzolla se metió en el ambiente tanguístico, en el cual se destacaba el gran Julio de Caro, (el intérprete del novedoso y efímero "violín-corneta") a quien admiraba al punto de dedicarle su tango "Decarísimo".
Pero estaba insatisfecho. Tenía conceptos propios que eran, al menos, demasiado prematuros e innovadores para los tangueros tradicionales. De sus juveniles experiencias en la sinagoga de Brooklyn traía muy metidos en su memoria, quizá sin tener plena conciencia de ello, los ritmos y la síncopa de la música klezmer. Bastaría con comparar los inflexiones de un "sher" con sus posteriores composiciones, por ejemplo, "Verano Porteño" o "Adiós Nonino".
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El eximio baterista Enrique "Zurdo" Roizner hizo un invalorable aporte en mi propia grabación del CD "Canciones en Ídish que Cantaba mi Padre". Recién ahora me confesó que en un solo 'ad libitum' que tenía marcado, entre 'Freilejer Sher' y 'Pliasken Tanz' (Las Palmadas), no hizo más que repetir de memoria los solos que le escribía Piazzolla para varios de los temas que grabó con el "Octeto", el mismo que tocó en el Teatro Colón y que recorrió triunfalmente el mundo. No olvidemos que también estuvieron en algún momento, en esos memorables Octeto y Quinteto, Pablo Ziegler en piano y Szimza Bajour en violín. Orquesta ecuménica, sin dudas... .
Mientras musicaba en piringundines y bailongos, no paraba de estudiar para dominar mejor su instrumento.
Al presentarse, en 1953 y por consejo de su maestro Alberto Ginastera, al importante certamen "Febian Sevitzky", ganó sorpresivamente con su 'Sinfonía de Buenos Aires'. El estreno en Buenos Aires, dirigido por el propio Sevitzky, provocó enormes protestas por la inclusión de bandoneones en una agrupación sinfónica. Pero ganó también una beca para estudiar armonía y composición ni más ni menos que con la prestigiosísima Nadia Boulanger, en París.

(Continuará)
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Heinrich Band, alemán nacido en 1821, creó un instrumento portátil inspirado en la concertina, con la intención de proveer de música a las pequeñas iglesias que no podían comprar ni mantener órganos o siquiera armonios. Jamás imaginó que su invento, al que con obviedad bautizó "Bandoneón", sería con el tiempo el símbolo máximo del tango. El bandoneón llegó a América del Sud a principios del siglo XX, portado por humildes expatriados europeos, y fue rápidamente adoptado por los prostibularios tangueros rioplatenses.
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En cada actuación de "Les KlezmerS" no faltaba quien lagrimeara emocionado hasta los tuétanos al oír melodías tradicionales sonando en viejos objetos cotidianos de su añorado hogar materno. Además de esos temas nostálgicos, remozados con humor, estaban los de su propia autoría.


Santo remedio. Tras un retiro espiritual de nueve semanas y media en un raro Spa ortotóxico de Moses Ville, volvieron con renovados ímpetus. Incluso aprovecharon ese tiempo para dejarse crecer la barba y los 'peies', esos largos mechones enrulados de patillas.






